Escrito por Antonio Rubén González Fernández,
miércoles 22 de octubre de 2014 , 17:34 hs
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en Economía
Esta historia se repite cada poco. Paul Krugman menta a España en una charla o en su columna del New York Times y dice: la única salida a la crisis es la bajada de salarios. A continuación, un conjunto diverso de analistas se dedican a insultarle en los medios de comunicación.
Recientemente el Banco de España se manifestaba en el mismo sentido. Yo creo que Krugman tiene razón y las críticas son débiles no ya desde un punto de vista económico sino incluso aritmético.
Lo que Krugman dice es muy simple. Si fabricas un chisme al día y este se vende por 3000 pesetas tú puedes ganar 3000 pesetas al día. Si aparece un competidor que fabrica un chisme al día por 1500 pesetas tú tienes dos opciones. Bajar tu sueldo a 1500 pesetas o producir dos chismes al día.
El primer hecho curioso es que se critique la bajada de sueldos como forma de recuperar la competitividad cuando es lo que se ha venido haciendo durante varios años ya. Los desempleados que logran un nuevo empleo lo hacen con una bajada del sueldo, muchas empresas privadas han tomado esa decisión y los empleados públicos hemos sufrido una bajada de salarios.
El segundo hecho curioso es que ni Krugman ni sus críticos españoles consideran factible fabricar dos chismes al día. Las opciones que he leído en los medios de comunicación españoles pasan por quitarle el Premio Nobel, impedir la entrada de competidores o pedir la dimisión del gobierno. De estas tres opciones, impedir la entrada de competidores es la opción que menos me gusta (Pinchar aquí para una aclaración al respecto). A medio plazo, suele conducir a producir medio chisme en vez de uno. Si una vez se logra impedir la entrada de un competidor se puede hacer más veces.
Si se leyese con atención el argumento completo de Krugman se vería que hay una tercera pata: el tipo de cambio. Si produces un chisme por 3000 pesetas eso suponen 30 dólares (100 pesetas por dólar). Si aparece un competidor que produce un chisme a 15 dólares hay una opción distinta a bajar el salario o subir la productividad: subir el tipo de cambio a 200 pesetas por dólar. En ese caso, el chisme vuelve a costar 15 dólares y a ser competitivo (Pinchar aquí para una aclaración al respecto).Para tranquilidad de todos, sin bajar los salarios y sin incrementar la productividad.
Krugman se lamenta de que España no tenga esta posibilidad desde su entrada en el euro. La idea de bajar los salarios no agrada a nadie y de este modo se evita hacerlo. Por otra parte, los cambios de paridad de las monedas son instantáneos mientras que las bajadas de salarios tardan mucho tiempo y están sujetas a grandes dificultades políticas y sociales.
Un detalle sutil es que el incremento del tipo de cambio de 100 a 200 pesetas hace que los bienes importados cuesten el doble. Por tanto, la capacidad de compra del salario ha disminuido instantáneamente. En otras palabras, parece que se trata de elegir una bajada de salarios a lo largo de varios años en un proceso lento, largo y doloroso o reducir su capacidad de compra en un instante por medio del tipo de cambio. El tipo de cambio parece es el único que puede bajar el salario esquivando todos los procesos políticos y negociadores de un país.
A mí la añoranza continua de un tipo de cambio variable que haga los ajustes de salario sin negociación me parece un intento pueril de evitar el tema clave: la productividad.
En otras palabras, se me parece a tomar un analgésico para evitar un procedimiento médico curativo.
En esta ocasión economistas en las antípodas del pensamiento Keynesiano de Krugman señalan el mismo factor clave.